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sábado, 3 de junio de 2017

“Por su música los conoceréis”


¿Qué determina las canciones que debe escuchar un cristiano?

¿Será que la música es mala o buena?

No hay nada como la música. A través de la historia de la humanidad se han encontrado indicios que desde tempranas etapas se hacía música. Sea su efecto social y que fuera el acompañamiento obligado en danzas, ritos y fiestas, la música ha permanecido como algo inherente al desarrollo de la historia de los humanos. En la Biblia tenemos al primer autor de la música: “Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta”  (Génesis 4:21), Jubal es hijo de Lamec y descendiente de Cain, esto nos indica que la música no fue producto de una revelación angelical, sino de una expresión natural del ser humano.
La música tiene efectos asombrosos en el cerebro, distintos estudios se han realizado con el paso del tiempo, y en ellos se ha encontrado que la música, por ejemplo, afecta la química del cerebro. Y es que la música que nos es agradable hace que liberemos dopamina, una neurohormona liberada por el hipotálamo, y que se le relaciona con el placer; sin embargo, tiene otras benéficas funciones como estar presentes en los procesos de aprendizaje, comportamiento, actividad motora, el sueño, el humor, la atención.

El problema no es la música, sino el estilo, el contenido de la letra y el propósito.
1.       El estilo de la música.
Tristemente, la cuestión de los estilos musicales puede ser muy divisible entre los cristianos. Hay cristianos que demandan inflexiblemente, que no deben usarse instrumentos musicales. Hay cristianos que solo desean cantar los himnos “antiguos de la fe.” Hay cristianos que quieren más ritmo y música contemporánea. Hay cristianos que aseguran poder adorar mejor en un ambiente estilo “concierto de rock.” En lugar de reconocer estas diferencias como preferencias personales y diferencias culturales, algunos cristianos declaran que su preferencia en el estilo de la música es el único “bíblico” y declaran a todas las demás formas de música en el mejor de los casos, como profana, sino hasta satánica. Os voy a decir una verdad, La Biblia en ninguna parte condena algún estilo de música en particular.
El problema entonces es la manera en que el cuerpo se mueve al compás de una determinada música. Por ejemplo: El perreo, no es un género musical, sino una forma de baile. La excepción es el género o estilo musical denominado Metal que según estudios nos indican que es nocivo para la salud mental y auditiva, genera paranoias, depresión, soledad, aislamiento, enojo, miedo, entre otros.

2.       El propósito de la música
¿La música está diseñada únicamente para la adoración, o Dios quiso que la música fuera tranquilizadora o entretenida? El músico más famoso de la Biblia, el rey David, utilizó la música primeramente con el propósito de adorar a Dios (ver Salmos 4:1; 6:1; 54:1; 55:1; 61:1; 67:1; 76:1). Sin embargo, cuando el rey Saúl era atormentado por espíritus malignos, él llamaba a David para que tocara el arpa a fin de tranquilizarlo (1 Samuel 16:14-23). Los israelitas también usaban los instrumentos musicales para advertir el peligro (Nehemías 4:20) y para sorprender a sus enemigos (Jueces 7:16-22). En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo instruye a los cristianos para animarse unos a otros con música: “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales…” (Efesios 5:19). Así que, aunque el propósito principal de la música parece ser el de la adoración, la Biblia definitivamente permite que la música pueda ser usada para otros propósitos.

3.       El contenido de la letra.
Mientras que ni el propósito de la música ni su estilo son determinantes para saber si un cristiano puede escuchar música secular, el contenido de la letra sí debe ser considerado. Aunque que no esté hablando específicamente de la música, Filipenses 4:8 es una excelente guía de lo que debíamos escuchar en las letras de la música, “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Si esas son las cosas en las que debemos pensar, seguramente también esas son las cosas que debemos invitar a nuestras mentes a través de la música y las letras. ¿Puede ser la letra de una canción secular totalmente verdadera, noble, justa, pura, amorosa, admirable, excelente, y digna de alabanza? Si la respuesta es sí, no habrá absolutamente nada de malo con que un cristiano escuche una canción secular de esa naturaleza.

4.       La biografía del cantante o grupo. Aunque solo menciones tres puntos esta cuarta debe considerarse para evaluar la posibilidad de comprarse un disco o considerar a un grupo o cantante tu favorito, creo que debemos ser sabios para poder elegir lo mejor para nosotros y no solamente para nosotros sino para quienes nos observan, nuestros padres o personas en quien tenemos influencias.

Quiero apelar a su compromiso con Dios, porque ninguno de Ustedes puede ser tan fácil de convencer, quiero que tomen en cuenta lo siguiente.
Es un hecho que cualquier cosa que una persona permita que ocupe su mente, tarde o temprano influirá en su plática y sus acciones. Esta es la premisa detrás de Filipenses 4:8 y Colosenses 3:2,5 para establecer patrones saludables para la mente. Segunda de Corintios 10:5 dice que debemos hacerlo “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” Estas Escrituras nos dan una clara imagen de la clase de música que no debemos escuchar.
Obviamente, la mejor clase de música que podemos escuchar es aquella que alaba y glorifica a Dios. Hay muchos músicos cristianos talentosos en casi cualquier género de música, con un rango que va desde lo clásico, hasta el rock, rap y reggae. No hay nada inherentemente malo con ningún estilo de música en especial. Es la letra la que determina si una canción es “aceptable” para que un cristiano la escuche. Pero si un estilo de música secular, ya sea en la música misma o en la letra, te lleva a pensar en, o te involucra en algo que no glorifique a Dios, debe ser evitada, más aun si siendo tan jóvenes pueden ser seducidos a través de ello.
Allí está la diferencia entre un cristiano y uno que no lo es, la música que escucha a diario lo determina o en todo caso lo determinará. “Por su música los conoceréis”

Para terminar quiero hacer un llamado a los ministerios de alabanza, para que no tomen el hecho de cantar y alabar a Dios como un hobby o una tarea sencilla, necesitamos música buena, buena en el sentido literal de la palabra, que glorifique a Dios y crea una atmósfera especial en que se desarrollen todos los otros ministerios de la Iglesia. Que se pongan como objetivo crear sus propias canciones y que estas sean escuchadas no por los hermanos de la Iglesia, sino por aquellos que escuchándolas puedan entregar su vida a Cristo, está demostrado que si se puede hacer, yo soy prueba de ello, cuando más lejos de Dios estuve un simple cassette de Marcos Vidal me volvió al redil, hace ya unos 15 años.